(Ponce, Puerto Rico, 27 de diciembre de 1936 – Madrid, 10 de abril de 2020)
La mañana del triste Viernes Santo de 2020 recibí un breve mensaje de una gran amiga y extraordinaria intelectual, Amalia Rodríguez Monroy: “Querido Manuel Ángel, te escribo para decirte que Iris se nos ha ido esta mañana, víctima del Covid-19. Un abrazo grande. Ella te estaba muy agradecida y te tenía un gran cariño”.
Perdíamos así a una de las grandes figuras del hispanismo internacional, referente en los ámbitos de la Teoría de la Literatura, del comparatismo literario y cultural, y autora de las más estimulantes aportaciones -desde el pensamiento crítico- de la crítica posmarxista y feminista. Una original escritora y una persona extraordinaria, llena de vitalidad y entusiasmo, de firme carácter y profunda alteridad y empatía. Amiga de ASETEL y de muchos de sus colectivos universitarios en Madrid, Barcelona, Granada, Sevilla, Salamanca…
Iris M. Zavala Zapata, Premio María Zambrano (2006), Doctora Honoris Causa por las Universidades de Puerto Rico (1996) y Málaga (2004), una de las mayores intelectuales y escritoras del mundo hispánico en el siglo XX, hacía honor a su nombre: era luminosa e irradiaba los colores básicos de la vida, como un extraordinario arco iris.
En su natal Puerto Rico tuvo la fortuna de conocer -en la Universidad de Río Piedras- a los grandes escritores españoles del exilio: Juan Ramón Jiménez, Francisco Ayala, Pedro Salinas… O a María Zambrano en alguna de sus visitas a la isla, invitada por ese gran Rector que fue Jaime Benítez, quien recogiera en nombre de Juan Ramón el Premio Nobel.
María Luisa Balaguer publicó en 2019 un ensayo sobre su vida y obra, titulado con el nombre de uno de los libros de poemas de Iris, Que nadie muera sin conocer el mar (Madrid: Huso, 2019), que ofrece una primera aproximación, necesariamente incompleta, a un perfil tan rico y fecundo como inabarcable. La gran monografía sobre el pensamiento, la teoría literaria y cultural y la escritura poética y narrativa de Iris, está por hacer, deberá ser una magna obra colectiva y nos proponemos impulsarla desde ahora, así como un Homenaje póstumo, cuyo primer avance tendrá lugar el próximo lunes 30 noviembre con el Seminario “El hilo de Ariadna”.1
La grandeza de su figura no sometida a los límites -aunque generosamente se definía como una mujer de frontera- y su apertura cosmopolita se reflejan en una vida en la que fue dejando su huella por todo el planeta: se doctoró en Salamanca, donde realizó una magnífica Tesis sobre Unamuno y su teatro de conciencia (Salamanca: Acta Salmanticensia, 1963), y conoció a Fernando Lázaro Carreter, quien ejerció una saludable influencia intelectual sobre ella. Luego, fueron escenarios de su vida y su sabiduría lugares tan distintos y distantes como Estados Unidos (en varias Universidades, especialmente la de Minnesota), México, Países Bajos (Utrecht), Italia, Alemania y España, donde ocupó la Cátedra Ramón Llul de la Universidad de Mallorca y una Cátedra Unesco de la Universidad Pompeu Fabra. Siempre estuvo muy vinculada a Andalucía, donde fue investida como Doctora Honoris Causa por la Universidad de Málaga (2004), a la que generosamente donó su gran Biblioteca, y donde obtuvo el Premio de Ensayo y Pensamiento María Zambrano en 2006. Yo tuve el honor de formar parte ese año de un extraordinario jurado, como reseñó la prensa al dar a conocer tan acertada decisión: “El jurado del Premio María Zambrano estuvo presidido por el psiquiatra y escritor Carlos Castilla del Pino. Los vocales fueron el presidente del Consejo Audiovisual de Andalucía, Manuel Ángel Vázquez Medel; el catedrático de la Universidad de Granada Pedro Cerezo; la profesora de la Universidad Pablo de Olavide Rosario Valpuesta, y la profesora de la Universidad de Málaga María Dolores Ramos. Actuó como secretario el delegado de Cultura de la Junta en Granada, José Antonio Pérez Tapias”.
No había ocasión en la que la reclamáramos desde cualquier rincón de Europa o América que no acudiera con la ilusión, la alegría, la chispa y la profundidad intelectual que la caracterizaban.
De sus varias e imprescindibles aportaciones queremos recordar sus trabajos sobre Unamuno; sus estudios sobre el siglo XIX (romanticismo, realismo y bohemia); sus aproximaciones al modernismo y Darío; su participación en la Historia social de la literatura española y su impulso imprescindible a la Historia feminista de la literatura española, además de su papel fundamental en la difusión del pensamiento de Mijaíl Bajtín o sus páginas sobre Cervantes (Leer Don Quijote. 7 tesis sobre ética y literatura. Barcelona: Anthropos, 2006).
Sin duda, en el ámbito propio de la teoría literaria y de ASETEL son imprescindibles sus aportaciones sobre Bajtín, que hacen de ella una de las grandes especialistas mundiales. Recordemos sus obras fundamentales, que publicó especialmente en la década de los 90: Unamuno y el pensamiento dialógico. M. de Unamuno y M. Bajtin. (Barcelona: Anthropos, 1991); La posmodernidad y M. Bajtin. Una poética dialógica. (Madrid: Espasa Calpe, 1991); Bajtin y sus apócrifos, ed. con T. Bubnova, S.Bocharov, N. Pedgorced, Amalia Rodríguez Monroy (Barcelona: Anthropos, 1996); Escuchar a Bajtin. (Barcelona: Montesinos, 1996). Otra de sus grandes aportaciones fue la edición de Mijaíl M. Bajtín Hacia una filolosofía del acto ético. De los borradores y otros escritos (Barcelona: Anthropos, 1997) con Comentarios de Iris M. Zavala y Augusto Ponzio.
Ella supo también animar e impulsar las investigaciones del actual Presidente de ASETEL, Domingo Sánchez-Mesa, por quien sentía gran afecto y admiración, y que le tomaría el relevo prosiguiendo el trabajo sobre Bajtín, especialmente en La comprensión dialógica. Bajtín y la hermenéutica filosófica. (Valencia, Eutopías, 1996) y Literatura y cultura de la responsabilidad. El pensamiento dialógico de Mijaíl Bajtín (Granada, Comares, 1999).
Iris nos enseñó que, por muy elevada que sea la categoría intelectual de un ser humano, lo más importante es equilibrarla con la necesaria emoción, que ella supo también hacer vibrar en sus novelas y libros de poemas, en sus análisis del tango o el bolero. Mencionaremos sus novelas Kiliagonía (México, Premiá, 1982) y Nocturna mas no funesta (Barcelona: Montesinos, 1987) y sus libros de poemas Barro doliente (Santander: La Isla de los Ratones, 1965), Escritura desatada (Puerto Rico: Puerto, 1974) y Que nadie muera sin amar el mar (Madrid: Visor, 1983).
De todos los momentos que la vida me permitió compartir con Iris, quiero hoy recordar uno muy especial, en que presenté con ella, cuando se nos fue otra gran mujer, nuestra querida Lola Luna, su libro póstumo: Leyendo como una mujer la imagen de la mujer. Cuando me lo propuso le dije que tal vez era mejor que lo presentara con ella cualquiera de nuestras valiosísimas compañeras. Pero ella me hizo uno de los comentarios que me han hecho sentirme más orgulloso (y más comprometido) en mi vida: “Manuel Ángel: no es cuestión de sexo, es cuestión de empatía y de ponerse en el lugar de una mujer, habiendo nacido hombre. Como se nos ha obligado casi siempre a las mujeres a ponernos en el lugar de un hombre, habiendo nacido mujer. Tú puedes leer como una mujer la imagen de la mujer, y a Lola le encantaría que tú y yo seamos quienes presentemos su libro”. Aquella fue una de las grandes experiencias humanas e intelectuales de mi vida.
Celebro que ASETEL haya querido reconocer el valor para la teoría literaria española de sus aportaciones y su generosidad. Hemos de seguir recordando y leyendo a Iris M. Zavala, para mantenerla viva en su palabra.
Manuel Ángel Vázquez Medel
Catedrático de Literatura Española (Literatura y Comunicación)
Universidad de Sevilla
- Organizado por el Grupo I+D en Teoría y Tecnología de la Universidad de Sevilla.